Una multitud de fans persigue enfervorizada a cuatro muchachos, que saltan, ríen y se caen por el camino. De fondo suena una canción: "Ha sido la noche de un día duro, y he estado trabajando como un perro. / Ha sido la noche de un día duro, y debería estar durmiendo como un tronco". Los cuatro chicos se esconden, se disfrazan y toman atajos para despistar, pero la masa sigue detrás de ellos, gritando histérica, hasta que John, Paul, George y Ringo, nuestros héroes, se suben en un tren y comienza
'A hard day's night'. En este 2014 se cumple el 50º aniversario del rodaje y el estreno de la primera película de los Beatles, titulada en España 'Qué noche la de aquel día'. Dirigido por Richard Lester ('The Knack ...and How to Get It', 'Golfus de Roma', 'Los tres mosqueteros', 'Robin y Marian'), el filme redefinió el concepto de cine musical y sirvió tanto para reflejar el fenómeno de la 'beatlemanía' como para acrecentar ese mismo fenómeno.
Del 3 del marzo al 23 de abril de 1964, recién llegados de su exitosa primera gira por Estados Unidos, los Beatles rodaron su debut cinematográfico, que se estrenaría en Londres el 6 de julio de ese año. Las canciones que integraban la banda sonora de la película se convirtieron en la base de un álbum homónimo, el tercero de su discografía, con éxitos incontestables como la titular 'A hard day's night', 'I should have known better', 'And I love her' o
'Can't buy me love'.
John
"Cuando vivíamos en Liverpool íbamos a ver películas, de Elvis o de quien fuese. Todo el mundo estaba esperando que llegase el estreno, así que yo estaba allí también. Y cuando la estrella aparecía en pantalla todo el mundo empezaba a gritar. Eso nos hizo pensar: 'Ey, éste es un buen trabajo'". En el documental
'Beatles Anthology' (1995), John Lennon recordaba así el interés del grupo por el cine desde sus comienzos. "De crío, solía ir muchísimo al cine. Tengo grandes recuerdos de las 'matineés' del sábado: si ponían una de piratas, yo era un pirata; si era un 'western', volvía a casa siendo un vaquero. Era el mundo de fantasía en el que yo vivía", apuntaba a continuación Ringo Starr.
En otro momento de aquella producción,
McCartney afirmaba: "Hablando de la progresión de los Beatles como grupo, de pasar de tocar en sitios de estibadores al Cavern y de ahí a locales mejores, siempre habíamos considerado la posibilidad de hacer películas. Nos encantaba 'The girl can't help it' [protagonizada por la exuberante Jayne Mansfield], que nos mostró que el rock'n roll podía llegar a la gente a través de una película".
En una entrevista,
Richard (Dick, como le llamaban todos durante el rodaje)
Lester, subrayó el momento único que capturó 'A hard day's night': "Creo que los Beatles estaban más interesados que yo en que ésta no fuese una película como las demás. Yo quería que fuese una experiencia lo más natural posible para ellos".
"Rodamos en marzo y llegaríamos a los cines a principios de julio. Yo les conocí en octubre de 1963. Propuse a un guionista de Liverpool,
Alun Owen, y creo que me aceptaron porque yo era un modesto pianista y pensaban que entendería dónde iba una nota", rememoraba el director. "Walter Shenson, productor, Alun Owen y yo fuimos a París, al hotel George V. Daban uno de sus primeros conciertos en la ciudad y estuvimos observando lo que hacían en las habitaciones del hotel, en los coches, en el 'backstage', en las entrevistas... Así que la película se hizo sola".
George
"El humor era algo inherente a los Beatles: Eran realmente graciosos". Seis años antes de su muerte,
George Harrison reflexionaba en 'Anthology' sobre el potencial cómico del grupo. Más o menos lo mismo que sostenía Lennon: "'A hard day's night' tenía mucho de comedia. La gente decía: 'Son los nuevos hermanos Marx'. Creo que porque no era normal que hubiera cuatro cómicos juntos". "Sí, nos llamaban así, los 'Hermanos Marx británicos'", abundaba McCartney. "Así que la 'peli' fue bien acogida".
Para Paul, una de las claves de ese éxito fue la confluencia entre la diversión de los cuatro jóvenes y la aportación de Lester, "que había hecho 'Running jumping standing still' con
Spike Milligan, un cortometraje que era verdadera comedia clásica. No sé si ahora tendría gracia, pero entonces sí que la tenía. Además, había hecho cosas con los Goons [una 'troupe' de humoristas compuesta por el propio Milligan y Peter Sellers, entre otros, que practicó un humor surrealista precedente del de los Monty Python], lo cual ya era suficiente para nosotros".
"Llamaron a Alun, un dramaturgo galés, que había escrito una obra, 'No trams to Lime Street'. Era un tipo muy agradable, el galés, y vino a pasar unos días con nosotros. Así que empezó a introducir frases que decíamos, como 'Qué limpio es, ¿verdad?'. Entendió los chistes, el sarcasmo y el sentido del humor de los Beatles:
el ingenio de John, el gracejo lacónico de Ringo... Acabó por conocer la personalidad de cada uno", evocaba Paul en el documental.
En ese sentido, resulta fundamental la secuencia de la rueda de prensa en la película. "Alun quería escribir una escena en la que la prensa nos acosaba, lo cual formaba parte de nuestra rutina diaria", comentaba George. "Y nos preguntaban cosas como: '¿Cómo encontraste América?'. Y John respondía:'A la izquierda de Groenlandia'. O: '
¿Cómo llamas a ese peinado?'. Y yo:'Arthur'". Es decir, las mismas respuestas con las que tomaban el pelo a los periodistas.
Paul
"¿Mi abuelo? Es un malvado, un verdadero liante". Como desvela Paul al comienzo de la película, una de las claves de 'A hard day's night' es la perversión de los roles y estereotipos de la época, sobre todo los que tenían que ver con la juventud y la vejez.
El argumento que diseñó Owen se puede resumir en un párrafo. Tras subirse en el tren, los Beatles se reúnen con sus representantes y con el abuelo de Paul, que empieza a sembrar cizaña. Al llegar a Londres, los managers les obligan a quedarse en el hotel respondiendo las cartas de las fans, pero los cuatro se escapan de fiesta, hasta que son interceptados y tienen que buscar al abuelo, que también se ha escapado a un casino. Al día siguiente, llegan a un teatro, donde el grupo cerrará la emisión en directo de un programa de variedades. Después de un ensayo, el abuelo de Paul convence a Ringo para que deje de leer libros y se dedique a vivir la vida, así que éste se fuga y sus tres compañeros salen a buscarle. En un momento, Ringo es llevado a comisaría junto al abuelo, pero John, Paul y George acuden en su rescate y se los llevan, mientras un grupo de 'bobbies' les persigue. Finalmente, actúan en el especial televisivo ante una
multitud histérica.
Pero por debajo de esta idea general fluían otras muchas que, más allá de los juegos de palabras y las bromas entre los cuatro músicos, hablaban del signo de los tiempos. Los jóvenes protagonistas fumaban, hacían
bromas con el saludo nazi y la lucha contra Hitler, se burlaban del discurso reivindicativo de la clase obrera y de los "clichés burgueses", y se sometían a sesiones de marketing en las George oía que "lo último es ser apasionado y de derechas". Pero esa representación de la rebeldía quedaba en un segundo plano con respecto al desafío a la autoridad. Los cuatro Beatles se enfrentan a un burgués gruñón en el tren que luchó en la Segunda Guerra Mundial por salvarles. "Ahora lamenta haberla ganado", le espeta Ringo. En otro momento, ante los problemas generados por el abuelo de Paul, alguien dice que "la vieja generación está llevando el país a la ruina", una perversión de la frase repetida por muchos adultos ante la irrupción de los Beatles. Y el propio abuelo de Paul, tras golpear a unos 'bobbies', dice:
"Todos los 'polis' son unos tipos malos".
A todo ello hay que sumar la ausencia absoluta de seriedad por parte de los cuatro jóvenes, que bailan partiéndose de risa y hacen el tonto en 'Can't buy me love', un plano muy recordado por
Lennon: "Nos gusta la parte en la que estamos pegando saltos en el campo como lunáticos, porque el director dijo que aquello era cine puro. Podía haberlo hecho cualquiera, pero nosotros disfrutamos realmente".
Ringo
"Madrugar no era nuestro fuerte. Hay una escena en la película, por la que recibí buenas críticas, en la que voy andando por la orilla de un canal con una cámara. En la secuencia hago de tipo solitario. Pues surgió porque una mañana llegué al rodaje, de manera muy poco profesional, directamente de una 'boite'. Tenía una resaca terrible y no estaba para nada, así que dijeron que hiciésemos cualquier cosa. 'Pues filmadme mientras camino', respondí. Tengo ese aspecto frío y abatido porque me sentía como una mierda. No tuve que interpretar, porque
estaba más muerto que vivo y porque eso de actuar no me daba tanta vergüenza como a los demás. Aunque creo que al final le terminó gustando también a John".
Así evocaba
Ringo en 'Anthology' una de las escenas más recordadas de 'A hard day's night'. Esta marginación del batería -que tuvo su equivalente en la vida real cuando, ese mismo año, fue sustituido temporalmente por Jimmie Nicol- queda patente también en otros momentos, como cuando hacen bromas con el tamaño de su nariz o cuando el propio Ringo se dedica a psicoanalizarse y asegura que toca la batería "como factor de compensación".
En la citada escena de la rueda de prensa, Ringo deja una de sus frases al ser preguntado si es 'mod' o es 'rocker': "Pues
soy un mocker". Ese toque surrealista también se puede apreciar en la delirante conversación que mantiene Lennon con una mujer que cree haberle reconocido.
"Era importante transmitir la sensación de que había algo
surrealista en la película. Quería preparar al público para, por ejemplo, verlos jugar a las cartas en el tren y que de repente empezasen a tocar sus instrumentos para acabar jugando a las cartas de nuevo. Era algo que nadie había hecho hasta entonces". Esa innovación técnica, en palabras de Richard Lester, vino acompañada de otras muchas, como el uso de varias cámaras para "otorgar a la gente la libertad de ir donde quisiera". Lo que decía el director a sus actores era: "Haced lo que queráis, que nosotros lo captaremos y lo convertiremos en una secuencia".
"Dick era un director poco convencional", recordaba en otra entrevista
George Martin, productor de los discos del grupo. "Esperaba una película inusual y me alegré de que fuese él el que se encargase de ella".
Los hallazgos de Lester sentaron las bases del cine musical a partir de entonces y aún más, anticiparon el lenguaje de lo que más tarde sería el
videoclip para televisión y crearon una nueva forma de grabar la música en directo, con varias cámaras. Además, funcionó muy bien y recaudó unos 11 millones de dólares en los cinco años siguientes. "Y todo", se asombraba George Martin, "con un presupuesto de 190.000 libras. ¡Menos de lo que costó hacer el primer disco de los Beatles!".
DARÍO PRIETO
Fuente: http://www.elmundo.es