miércoles, 23 de enero de 2008

Ocho razones para amar al cuarto Beatle


Liverpool 8 se llama el nuevo disco del batería. Más que un buen disco (que ciertamente lo es) es un recordatorio de sus virtudes, aunque las listas de grandes bateristas de rock sigan privilegiando los extensos solos a los redobles al servicio de la canción como los hacía él. Con una mano en el corazón: ¿es posible imaginar un mundo paralelo donde Ringo no sea el baterista de los Beatles? Ante las dudas, ocho certezas a favor del “Beatle divertido”.

Ringo odiaba los solos de batería, porque intuía que si el instrumento no estaba al servicio de la canción, nada podría resultar bien. Pero también sabía que esa actitud generaba ciertos comentarios en otros bateristas que creían que una buena técnica eran treinta minutos de redobles."Sus mejores cualidades eran la intuición, su sensibilidad y la firmeza de su ritmo. Siempre digo que si puedes dejar a un baterista solo y darle la espalda eres un tipo con suerte. Bastaba con indicar a Ringo la canción que íbamos a tocar, que siempre sonaba fantástico y un ritmo firme y sostenido a tus espaldas", señala McCartney. Aquí otras apreciaciones, además de las de Paul, para recuperar la figura de Ringo.

1. En los duros días de Hamburgo, Ringo era respetado y temido por Lennon y compañía. "Yo seguía siendo un teddy boy (la version inglesa y dura de los rockers americanos) y hasta más tarde no descubrí que los otros me tenían un poco de miedo. Me lo dijo John: Nos infundías un poco de miedo, vestido como ibas a lo teddy boy, aficionado a la bebida y las canciones lentas", recordaba Ringo en la autobiografía Beatle “Anthology” (2000).
2. Los Beatles lo eligieron. "La verdad es que empezamos a pensar que necesitábamos al mejor batería de Liverpool y, para nosotros, el mejor batería era un tipo, Ringo Starr, que se había cambiado el nombre antes que nosotros, que llevaba barba y que era adulto y del que se decía que tenía un zodíaco de Zafiros", dijo McCartney. Así que antes de grabar su primer single "Love me do" a fines de 1962, expulsaron al desganado Pete Best y lo contrataron. A pesar de eso, debió conformarse con tocar el pandero durante la grabación.
3. El primer baterista estrella del rock. Aparte de sus anillos (“rings”, de ahí su pseudónimo), Ringo fue el primer baterista mediático de la historia del rock and roll. El responsable de cientos de vocaciones percutivas, a pesar de haber sido arrasado por la pirotecnia de los que vinieron inmediatamente después como Keith Moon (The Who), Mitch Mitchell (Jimi Hendrix Experience) y John Bonham (Led Zeppelín). Gracias al punk y postpunk su figura comenzó a ser recuperada. Ya era hora.
4. Puro estilo. Antes de los Beatles, la batería en el rock era cuadrada y algo aburrida. Con Ringo el instrumento recuperó el mismo protagonismo que tenía en el jazz. Aunque en lugar de solos, se trataba de patterns (patrones rítmicos), auténticos riffs (motivos musicales) creados con esa batería Ludwig que nunca abandonó. El estilo Ringo se puede rastrear en los platillos siempre arriba en clásicos como "Can’t buy me love", una necesidad sonora debido al alto volumen de gritos de chicas en los conciertos. También, en las precisas figuras que creaba con sus instrumentos desde "Ticket to ride" hasta el funky de "Come together" pasando por "Tomorrows never knows", una de las grandes cimas de la música pop, homenajeada por Noel Gallagher, Chemical Brothers e incluso Los Tres (en “Bolsa de mareo”). Pero sobretodo en los impresionantes redobles de “A day in the life”. Es que Ringo hace parecer fácil algo que definitivamente requiere maestría.
5. El Beatle más querido. Durante la Beatlemanía estadounidense (febrero 1964), el fab four más popular era Ringo. Los mismos Beatles le entregaban la canción uno del lado B en los discos o después lo honraron al componerle la significativa “With a little help from my friends” (donde le enseñaron a llegar a la nota final de la canción). Él, muy sereno, declaró luego que con el dinero ganado pensaba “abrir una peluquería de estas donde van las señoras elegantes”.
6. El primero en renunciar al grupo. No quiso ser más un Beatle. Eran las sesiones del The Beatles (el Álbum blanco, 1968) y acababa de grabar las baterías de "Helter skelter", la canción más bestial jamás compuesta por los Beatles. Una caótica reacción de Paul McCartney ante declaraciones de Pete Townshend sobre lo supuestamente "heavy" y "desmadrado" que sería el nuevo single de los Who. Tan estresado estaba el baterista que en la versión que salió en el disco, entre cambios de volumen y guitarras recargadas, quedó registrada su frase: "I've got blisters on my fingers!" ("¡tengo ampollas en los dedos!"). "Me marché por dos razones: pensé que no tocaba bien y que los otros tres se sentían felices y unidos y yo no encajaba en el grupo", confesó Ringo en "Anthology" (2000). Después fue a visitar personalmente a cada uno de sus compañeros para decirles que no se sentía querido. Tal como en esa profética escena del filme "A hard day's night" (1964), donde se siente tan podrido que se arroja a la soledad de una playa, mientras de fondo suena "This boy" (que en los créditos aparecía como "Ringo’s theme").
7. El jardín del pulpo. El renunciado baterista -que firma sus cheques como Richard Starkey- viajó a la isla de Cerdeña y se dedicó a tomar sol y andar en barco. El capitán le explicaba que los pulpos recolectan piedras preciosas, latas y botellas para ponerlas frente a su cueva como un jardín. Al músico le fascinó la idea y compuso "Octopus's garden". "En aquella época yo también deseaba vivir en el fondo del mar", declaró. La canción es una de las mejores de Abbey Road (1969). Hasta que llegó un telegrama firmado por George, John y Paul: "Eres el mejor baterista de rock del mundo. Vuelve a casa, te queremos". Cuarenta años después del episodio que, sin embargo, no logró salvar a la banda, Ringo está aquí, allá y en todas partes gracias a Liverpool 8. Si bien no ha parado de colaborar y sacar otros discos, este es el primero en demasiado tiempo que logra hacer tanto ruido como su clásico álbum de covers Sentimental journey (1970) o el Time takes time (1992). La pregunta es, ¿podrá el mundo alguna vez tomarlo tan en serio como cuando renunció a su banda?

8. Un showman. Después de la separación, Ringo se dedicó a colaborar con los otros tres Beatles por separado (es que no podían vivir sin él), participar en algunas películas, sacar discos más por placer que por obligación y salir de gira con la All Starr Band y The Rounheads (con músicos como David Gilmour, Billy Preston o Quincy Jones). Y ojo, que sus discos no están nada mal: Ringo (1973), Goodnight Vienna (1974), Vertical man (1998) y Ringorama (2003). Incluso sacó un disco navideño llamado I wanna be Santa Claus (1999). Y su sentido del humor y citas a su legendaria banda se agradecen, porque debe ser realmente complicado vivir con el peso de haber cambiado la historia de la música pop.

JC. Ramírez Figueroa
Fuente: www.lamusica.emol.com

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