Parece que el batería de
The Beatles no ha dicho su última
palabra en el mundo de la música y lanza su decimoséptimo trabajo en solitario,
Ringo 2012 (2012), titulado en honor a su trabajo más
laureado, el
Ringo de 1973; eso sí, que no sea su
última palabra no significa que ésta sea buena, y aquí empieza la carnicería. El
menos talentoso de los de Liverpool, para no destacar en absolutamente nada, ya
sea voz, batería o composición, consigue llegar a un álbum mediocre, que no
espantoso, y ese mérito hay que otorgárselo. Logró engancharse al carro de los
Beatles y parece que la inercia sigue manteniéndole a flote.
Y es que sus tres compañeros ya eran reacios a dejarle componer canciones
para la banda. Musicalmente la composición de este álbum es más que decente, la
conjunción entre las varias guitarras, órganos, bajo y distintas voces es
acertada, simple, pero acertada; el problema es que por muy bien atados que
estén, el núcleo de estas composiciones es tan básico y tantas veces utilizado
que como resultado ofrece un puñado de temas flojos, etéreos en esencia y sobre
todo planos como ellos mismos, sin un ápice de autenticidad en ellos.
Él se encarga de gran parte de la instrumentalización, en pianos, guitarras,
voces, coros y, cómo no, baterías, en las que por muchos años que pasen sigue
sin destacar. Ritmos de 4/4 lineales que congracian adecuadamente con el estilo
del rock n´ roll que presenta en esta producción, y, fiel a su estilo, con una
indeseable sensación de agarrotamiento terrible que refuerza la acentuada
influencia del sonido Beatle más caricaturesco e insulso, como en el tema
Anthem. Así como está bien ejecutada la instrumentalización, tampoco ha
buscado un reto que pudiera desafiarlo. Estructuras incontablemente utilizadas y
trilladas que tratan de completar con
licks y punteos de guitarra u
órgano que, en su naturaleza arreglista, terminan resultando insustanciales y
demasiado elementales de igual manera.
Desde el mencionado estilo “
beatleliano” a las
power
ballads más asociadas a los ochenta, como
Wonderful, que terminan
con una vacuidad aún mayor que los anteriores temas. En un fallido intento de
evocar la nostalgia de sus años pasados tenemos
Liverpool, un tema de
remarcada intención emotiva pero que ni llega ni transmite lo que desea. Si
tuviera que mencionar un tema meritorio de salvarse de la purga sería
Wings, con los mejores detalles del álbum y en general un mayor aura de
inspiración que los demás, aunque la verdad sea dicha, este tema no es
propiamente de este álbum, ya que se trata de una re-grabación de un tema
original de 1977.
Y es que como autor de las letras tampoco ha encontrado su zona de comodidad.
Simples y manidos hasta la saciedad, versos como “
Step lightly, things will
work out fine, nice and easy, all it takes is time, please believe me” de
Step Lightly, tema original del álbum
Ringo
(1973) o “
Some days are diamonds, some days are stones, some days we need to
leave it alone” de
Wonderful entre otros muchos, recaen en un uso
infantil y simplicista de la rima, un vocabulario demasiado pobre y unos
recursos y estructuras excesivamente rígidas, a los que además la narcótica y
falta de matices voz de Starr hacen un flaco favor. La producción, que hace un
trabajo positivo para el disco, sin embargo no logra salvarlo de una catástrofe
engendrada desde el momento de composición de los nueve temas que lo componen.
Al menos el álbum no se explaya demasiado.
Un álbum correctamente compuesto y grabado, pero es que los de Andy y Lucas
también lo están. Hace falta algo más, y ese algo que tenían los de Liverpool
está claro que no lo aportaba su batería, o si lo hacía lo ha perdido en algún
lugar del camino. No tiene alma, y aunque haya un par de giros salvables, todo
intento de sensibilidad o autenticidad musical resulta falso y forzado, y al fin
y al cabo de eso va la música. Acompañando la falta de esta esencial propiedad,
tenemos una composición simplona hasta decir basta y una interpretación del
artista que peca de las mismas cualidades: soporífera y realmente poco
inspirada. Como resultado, un trabajo entre muchos. ¿Malo? Diría que sí, aunque
los hay mucho peores obviamente, pero si no fuera por el nombre que encabeza
este álbum su repercusión sería de un absoluto cero.
por José
Roa
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