Estaba buscando un video ingeniosillo para poner en Facebook y Twitter a modo de
saludo-reclamo por el Día Internacional de la Mujer, aquel ignominioso mal
chiste que una vez al año le grita al patriarcado lo troglodita último que es.
Pues bien, fui a la segura y busqué esta canción de John Lennon que, en la ya
cada vez más lejana juventud, me hizo comprender en gran medida el alma de la
mujer. Lennon es un buen maestro, debería ser materia de estudio en diversas
áreas, desde la música, obviamente, hasta la filosofía.
El hecho es que después de tantos años de cantarla ya olvidé gran parte de la
letra, para quedarme apenas con lo esencial: “La mujer es el negro del mundo, la
mujer es el esclavo del esclavo, piénsalo, has algo al respecto…” Apenas lo
justo para complementar con ese monumento sonoro que es “Woman”, de 1980, una
enseñanza bastante profunda de cómo un hombre ha de ver a la mujer. El viejo y
querido Lennon sabe. He aquí entonces que encontré este video de la presentación de
John y Yoko en el programa Dick Cavett Show en mayo de 1972, donde
interpretaron en directo la canción junto a la banda Elephant’s Memory. Me hizo
reflexionar y decidí cambiar el tema que tenía preparado para compartir hoy con
ustedes.
A penas salió la canción desató un buen escándalo en Estados Unidos, dijeron
los medios que por el uso de la palabra “nigger” que entonces aún era una forma
despectiva muy común de llamar a los afroamericanos. Tenía una connotación así
como “flaite”, pero también de esclavo. Parece que la cadena de televisión
también le preocupó la polémica cuando se supo que Lennon estaba invitado a ese
talk show y le pidieron que ofreciera disculpas y/o explicaciones antes de
cantarla. Lennon aprovechó de explayarse y dijo que no tenían por qué molestarse
los negros, dado que tratándose de la mujer tanto ellos como los blancos
llegaban a la casa y trataban a sus esposas de la misma forma.
Los subtítulos en español de la canción me permitieron redescubrir el toque
de humor negro propio del ex beatle, que grafica situaciones coloquiales que
evidencian la esclavitud patriarcal: “La hacemos que se pinte y baile” o “la
obligamos a quedarse en la casa para criar a nuestros hijos y luego la
encontramos muy aburrida para ser nuestra amiga”.
Entonces me fijé en Yoko Ono siempre a su lado, ora sonriendo con sapiencia
cuando su marido (a la sazón de 32 años) cuenta que fue ella quien discurrió la
frase que dió título a la canción, ora intentando una fallida performance, bien
poco sexy, durante la interpretación del tema. Sin duda debe ser una de las
mujeres más criticadas y vilipendiadas de la historia moderna. Lo menos que se
dijo de ella fue que era fea. Yo siempre me he preguntado que le vio Lennon y
cuando estuve un poco más grande como para entender las cosas, asumí que debió
descubrir en ella a una mujer femenina de verdad, capaz de conectarlo con lo
mejor de sí mismo, de iluminarlo por completo. Probablemente si los parámetros
de valor que usamos aún sobre las mujeres no fueran los impuestos por el
machismo, la apariencia de Yoko nunca habría sido tema y habría relucido desde
el comienzo su poder: ese que hizo de un genio yonki un hombre lúcido y un
artista conciente.
Bueno, es ocho de marzo y se conmemora otra vez el Día Internacional de la
Mujer y me pregunto cuánto ha cambiado la cosa desde que los Lennon-Ono se
atrevieron a decir que la mujer es el esclavo del mundo y señalar que esa
esclavitud empieza en la casa de cada uno de nosotros. Poco, probablemente. Por
eso, más que saludar, felicitar o celebrar, esta fecha debería ser un
recordatorio para los pequeños hombrecitos, un llamado de atención para que
comprendan que jamás crecerán si no dejan las polleras de su mami y terminan de
ver a las mujeres como otra forma de juguete para su placer egoista o una
servidora. Tienen en verdad mucha suerte aún, los monos macho, porque el día que
las mujeres simplemente se cansen y abran los ojos, otra será su suerte y la
historia de este planeta.
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