martes, 5 de junio de 2012

Bernie Krause con el sintetizador Moog




Un hábitat puede parecer saludable, pero ¿qué ruidos pueden escucharse en él y qué dicen esos sonidos sobre el estado del ecosistema?

Es una pregunta a la que Bernie Krause ha dedicado gran parte de su vida. Y para hallar respuestas, ha obtenido miles de registros acústicos en distintos rincones del planeta.

Krause, autor del libro 'La gran orquesta animal', es quien acunó el término 'biofonía' para describir sus grabaciones en diversos ecosistemas.

Estos 'paisajes acústicos' le han permitido demostrar el impacto en la fauna de alteraciones en su hábitat, aunque a simple vista nada parezca haber cambiado.

Pero estudiar los sonidos vitales de los ecosistemas no era lo que Krause tenía en mente en su juventud.

Maestro del sintetizador

Bernie Krause comenzó su carrera como músico clásico y en 1963 se unió al grupo The Weavers. Sin embargo, lo que consagró su fama fue enseñar a algunos de los músicos más extraordinarios a usar un sintetizador en los años 60.

Tanto George Harrison como Simon & Garfunkel y The Doors aprendieron con Krause y su compañero Paul Beaver.

Beaver y Krause tocaron el sintetizador Moog con el grupo The Monkees y crearon la música para algunos de los films más exitosos de Hollywood. Se los reconoce como los músicos que introdujeron el sintetizador a la música pop y al cine.

Fue un encuentro casual mientras Krause grababa un album lo que lo llevó a cambiar el rumbo de su vida.

'Estábamos haciendo un álbum para Warner Brothers llamado 'En un santuario silvestre'. Era el primer álbum que tenía como tema central a la ecología y que incorporaba sonidos de la naturaleza', dijo Krause a la BBC.

'Fui a un campo y la primera vez que encendí el grabador cambió mi vida, porque ese sonido estéreo me hizo escuchar algo que hasta ese momento jamás había percibido'.

'Estar allí afuera y escuchar el viento en los árboles y el vuelo de los pájaros y sentir cómo el espacio se abría en torno mío fue algo mágico. Decidí en ese momento que eso es lo que quería buscar el resto de mi vida'.

Krause tiene ahora un archivo de más de 4.500 paisajes acústicos grabados en diferentes puntos del planeta desde 1968. Desde entonces, más de las mitad de los paisajes han desaparecido.

Krause grabó, por ejemplo, el sonido en un área del norte de California antes y después de que se cortaran árboles. La deforestación era 'selectiva', es decir, se derribaron árboles individuales en distintos puntos del ecosistema y aparentemente nada había cambiado.

Sin embargo, las diferencias en las grabaciones antes y después son notables y pueden oírse claramente en los ejemplos a la derecha de la página.

En el Ártico en Alaska y en los Territorios del Noroeste de Canadá es donde grabó los sonidos más prístinos.

Krause tiene ejemplos de Borneo, Zimbabue y la Amazonia, que son verdaderas sinfonías naturales.

Pero los tumultos políticos, el cambio climático y el impacto de la actividad humana han contribuido a la pérdida de muchos de esos sonidos.

Frecuencias únicas


En su libro 'La Gran Orquesta Animal', Krause usa la evidencia de degradación de la biofonía para demostrar cómo ecosistemas con apariencia saludable pueden estar dañados.

Krause sostiene que en un medio prístino, insectos, aves, reptiles y otros animales han encontrado cada uno su nicho, una frecuencia única en la que pueden comunicarse y ser oídos en medio del ruido general.

'Les ha llevado un tiempo descifrar cuál es la mejor frecuencia para sus voces'.

Creando un espectrógramo, un gráfico del paisaje acústico utilizando como coordenadas el tiempo y la frecuencia, Krause puede identificar los patrones formados por sonidos naturales.

'Cuando el patrón está muy estructurado y puede discriminarse claramente entre las voces, sabemos que se trata de un hábitat saludable'.

Un espectrógramo también muestra instantáneamente si hay frecuencias ausentes, sonidos que estaban anteriormente y han desaparecido.

Orquesta de karaoke

Krause también vincula los lenguajes desarrollados por los seres humanos a los sonidos en el medio silvestre.

'Los animales nos enseñaron a bailar y cantar porque somos mimos naturales'.

'Cuando escuchamos la biofonía, los sonidos de organismos vivos en un habitat determinado, imitamos esos sonidos y su estructura'.

'Usamos los sonidos del bosque, o del desierto, o del lugar donde vivíamos, como una orquesta de karaoke, como nuestra banda de fondo'.

Para grabar sonidos submarinos o en ríos, Krause utiliza un micrófono submergible llamado hidrófono.

Con esa tecnología grabó un camarón que produce el sonido más fuerte en relación a su peso, y una anémona que no es tan silenciosa como parece.

Para Krause, oir el medio natural ofrece una perspectiva necesaria.

'En general no escuchamos, sino que miramos', señala. 'En la cultura occidental, entendemos el mundo que nos rodea a través de lo que vemos, no nos guiamos mucho por lo que oimos'.

Y esto es una pena. Como muestra Krause, hay tanto por escuchar.

¿Qué consejo nos da Krause para la próxima vez que estemos un bosque o un jardín?

'Primero, apaguen los iPads y los celulares, cierren los ojos y la boca y conéctense enteramente con el panorama de sonidos, y traten de distinguir cuál es la fuente de cada uno, por delicado que sea'.



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