martes, 9 de enero de 2007

John Lennon al óleo, Lennonistas en La Habana


“Lennon por la paz”, un mural integrado por 48 piezas, fue realizado por Waldo Saavedra y se montó en Cuba. A más tardar en marzo de este año, el pintor espera traerlo a Guadalajara.


Siendo un estudiante de secundaria, a mediados de los años setenta, Waldo Saavedra escuchaba una y otra vez las canciones de The Beatles en su pequeña habitación de Caibarién (Cuba). En su espacio privado de niño grande todo era posible. Ahora hasta Fidel Castro es lennonista, pero entonces las consignas revolucionarias dejaban poco margen para admirar públicamente a los personajes extranjeros. “¿Tú qué haces pintando a Lennon?”, le recriminaban a Waldo sus compañeros y profesores: “Tú lo que tienes que hacer es pintar al Che”. La recomendación se repetía como sonata cantinera, pero aquel adolescente de imaginación ilimitada respondía sin inmutarse, fiel a su espíritu provocador: “Pero, ¿qué les pasa? El Che es el quinto Beatle”. Las fantasías de juventud se tornaron con los años en un sueño tenaz y, contra todo pronóstico, cuando aquel aprendiz adolescente se transformó en un pintor reconocido decidió llevar a John Lennon a su Cuba del alma. “Todo se dio de una manera causal, más que casual. La columna vertebral de todo el proceso ha sido la magia”, asegura.Mientras se cumplía el aniversario del asesinato del ex Beatle, en La Habana se dio fe de la desaparición de su cuerpo, pero no de su espíritu. Por ello, aunque nunca la visitó en vida, Lennon aterrizó en Cuba de la mano de Saavedra, quizá como preludio de las cosas que le quedaron pendientes y que realizará tras su muerte. A los pies del histórico edificio Charles Chaplin, Waldo fue testigo del ensamblaje de las 48 piezas del faraónico rompecabezas que tardó dos meses en componer en su casa de Guadalajara y que ha titulado “God. Lennon por la paz”. Al mismo tiempo que los operarios integraban la gigantesca imagen (quince por catorce metros), su ideología pacifista resucitó en el corazón de La Habana. Es el homenaje al cantante que siempre soñó realizar Saavedra, una distinción a la que contribuyó el Ministerio de Cultura de la isla, así como un gran número de cantantes e intelectuales cubanos que participaron en el concierto que cerró el acto de instalación del megacuadro. Las canciones de Síntesis, Kent y Aceituna sin Hueso, entre otros grupos, fueron coreadas por los cientos de espectadores que llegaron con los primeros acordes. La cantante tapatía Sheila Ríos, acompañada de las guitarras de Alejandro Valdés y Luis M. Molina, abrió el espectáculo con su sentida y personal “Imagine”, que emocionó a todos los presentes. Waldo estaba entusiasmado: “Soy lennonista y quería dedicarle una loa a un tipo que ideológicamente hablando era promotor de la paz”. Tanto éxito obtuvo la convocatoria que, cuando Saavedra subió de forma espontánea al escenario para agradecer a todos los asistentes la magnífica acogida, sus palabras le fueron devueltas como un boomerang al grito colectivo de “¡Gracias a ti, Waldo!” . Tal fue el éxito y el sentimiento de gratitud generado en el pintor que ahora estudia la forma de montar la magna pieza en un edificio emblemático de Guadalajara: “Es probable que durante los primeros tres meses de este año; a más tardar en marzo”.Como ocurrió en su adolescencia, la música de los Beatles acompañó a Saavedra, en esta ocasión en su estudio tapatío, durante el proceso de creación de la megaobra, para la que agotó “todos los botes de pintura azul de Guadalajara. Mi canción favorita de Lennon es 'The happiness is a warm gun' es la que me inspiró a pintar el mural de John Lennon”, que fue concebido y realizado en su casa de los Gavilanes con la ayuda de otro pintor tapatío: Balo Pulido. “Es una canción para leer entre líneas. Es premonitoria, creo que cuando la compuso ya sabía que lo iban a matar. Este tipo tenía que acabar así, porque era un Quijote luchando contra los molinos de viento; era un imposible”. Aunque más improbable aún parecía el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba y, precisamente el mismo día en que se izaba el mural de Lennon, llegaron a la isla diez congresistas estadunidenses para negociar una salida al bloqueo, buscando el acercamiento y la paz entre ambos países. ¿Casualidad o causalidad? Pero hay algo más. Mientras en Cuba se armaba el mural gigante, el mundo despertó con el anuncio del FBI referente a la desclasificación de los documentos secretos que custodiaban las investigaciones a John Lennon, ordenadas por el presidente Richard Nixon, preocupado por los supuestos contactos entre el músico y algunos movimientos de izquierda contra la guerra. “Cuántas coincidencias”, exclama irónicamente el pintor al conocer el nuevo dato: “Eso es la magia, eso es lo bueno de ser mago”.

Cristina Martín Jiménez/La Habana

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