jueves, 22 de marzo de 2012

John & Paul & Todos juntos ahora


Cómo se pasa de de mí hacia tí o ella te ama a vengan todos juntos o el amor que te llevas es igual al amor que haces?
Cómo hablamos y cómo escribimos dice mucho, muchísimo sobre lo que somos, lo que pensamos de nosotros mismos y cómo decidimos mostrarnos al mundo. Si pensamos en lo último que hayamos escrito o charlado seguramente tengamos la sensación de que el centro del contenido esté en los sustantivos y adjetivos que hayamos usado (comidas, trabajos, familia...). En realidad, hay unas palabritas que utilizamos todo el tiempo y son nuestros verdaderos espejos: los pronombres -sí, esos que aprendimos allá lejos y hace tiempo: yo, tú él, nosotros, este, aquel y tantos más-. Es curioso, estas palabrejas representan sólo el 0,1 por ciento del vocabulario, pero son cerca de la mitad de los vocablos que usamos cotidianamente. Son tan pequeñas y expertas en el juego de la escondida que muchas veces nuestro cerebro no las percibe conscientemente.
Y, como corresponde, hay pronombrólogos especialistas en desenmascarar sus significados ocultos, como un tal James Pennebaker de la Universidad de Texas, que descubrió que cuando la gente con alguna experiencia traumática deja de usar pronombres en primera persona del singular (yo, mi) y pasa a usar otros (nosotros, vos, ellos) refleja una mejoría en su condición. Siguiendo esta línea, descubrió que son las palabras funcionales, como los pronombres, artículos o preposiciones y no las palabras con contenido (sustantivos, adjetivos, adverbios) las que permiten adentrarse en la personalidad del hablador o escribidor. Y resulta que las palabritas son mucho más frecuentes que las palabrotas (el top 20 se compone exclusivamente de palabras funcionales). Es más, en algunos casos de lesiones de áreas cerebrales del lenguaje se pierde esta capacidad de usar palabras conectoras (que estarían relacionadas con nuestras capacidades sociales) y, en otros, palabras con contenido. Efectivamente, en las afasias de Broca -relacionada con áreas más frontales y sociales del cerebro- se tiende a hablar sin conectores, sin pronombres o preposiciones (eehhh... chica... auto... esteeee... nuevo...) mientras que en las afasias de Wernicke se pueden obviar los conceptos centrales del discurso (yo, acá hay uno y creo que está al lado de ese otro, así que podría ver eso todo junto).
En términos generales, los que más usan palabras funcionales y conectoras tienden a ser más organizados, estables y hasta conservadores que los más contenidistas.
¿Y cómo llegamos de aquí a los Beatles?, (corrección: siempre, pero siempre se debe llegar a los Beatles). Los cuatro fantásticos estuvieron juntos durante alrededor de una década y, sencillamente, cambiaron el mundo. Hay alrededor de 155 canciones con la firma de Lennon y McCartney, y unas 25 del tapado George Harrison. Resulta que Pennebaker y otros cómplices se pusieron a analizar las letras para ver qué se podía decir de las respectivas autorías, así que pasaron todas las canciones por sus programas de computadora y descubrieron cuestiones de lo más interesantes. Se sabe que a medida que pasa el tiempo los grupos de trabajo van cambiando su forma de hablar y escribir: usan menos el yo y más el nosotros y hay mayor complejidad de lenguaje y mayor uso de palabras conectoras. Y los Beatles no fueron la excepción, mientras que en los 4 primeros años las letras eran simples, aquí-y-ahorescas y optimistas, en el resto de su gloriosa existencia los muchachos se volvieron más complejos y menos positivos. En particular, el uso de la palabra yo bajó del 14 al 7% en los últimos 3 años beatlemaníacos.
Es más, con el análisis de palabras podemos develar ciertos misterios detrás de la firma "Lennon&McCartney". Se considera que John escribió unas 78 canciones y Paul, alrededor de 67. En unas 15 se nota una colaboración realmente estrecha entre ambos. John tendía a ser más negativo que Paul en sus letras, pero los dos eran similares en cuanto a la complejidad lingüística y a la autorreflexión. Sir Paul McCartney tendía a escribir más sobre parejas (y por lo tanto a usar más el nosotros) que sir John Ono Lennon. Y malas noticias para los amantes del beatle de anteojos redondos, Paul resulta ser más flexible y creativo que John en sus letras (en cuanto a estilo y contenido). No me peguen, soy una computadora que hace el análisis.
¿Y qué pasa con el querido George, el más espiritual de los 4 de Liverpool? Resulta ser bastante complejo en términos cognitivos, pero también más predecible de canción en canción (aunque curiosamente su carrera solista fue, al comienzo, de las más exitosas de los ex-Beatles). De paso, el análisis computacional indica que el estilo Harrison tuvo más influencia del introspectivo John que del divertido Paul. En fin, la ciencia da para todo. Hasta para los Beatles.

All together now.

El autor es doctor en Ciencias Biológicas, profesor de la UNQ e investigador del Conicet

Fuente: http://www.lanacion.com.ar

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