miércoles, 12 de septiembre de 2012

Beach Boys, banda que no piensa aún en la jubilación

 
Al contrario de “Sus satánicas ancianidades”, que están celebrando sus 50 años en el blues and roll, los californianos Beach Boys, ya sobrepasaron también el medio siglo, pero surfeando en dos tablas que los han hecho legendarios: el Pet Sounds (sin el cual sería inexplicable el Sargento Pimienta, de los Beatles, con reverencia de sir Paul) y el Smile, dos joyas del rock playero estadounidense y mundial.
Sin vigorizantes artificiales y sin artritis visible, pero con unas voces superpuestas que no han perdido el sentido de la armonía, ni la magia vocal impuesta por su líder, Brian Wilson, matizada por una base rítmica de cinco guitarras, teclados y percusión y una mística joven especial de actualizar el pop a su estilo, la banda eligió para su regreso las ciudades de Ávila, en Gredos, Barcelona y luego Madrid, para subirse a la ola de los conciertos y dejarse llevar sin que el dinero mande, más que lo necesario. La constante de su regreso: canciones superelaboradas y breves para acreditarse como obras maestras, han sido recogidas para la posteridad el CD, DVD y Blu-ray, ya que no se trata de una repetición, sino más bien una reelaboración de clásicas como “Fun, fun, fun”, “I get around”, “Barbara Ann”, “Help me Rhonda”, “Don’t worry baby”, “Good vibrations”, “Surfin USA” o inconmensurables como “God only knows”.
Sin embargo, toda felicidad presente, tiene su lado de dolor, y eso lo sabe Wilson y sus hermanos, protagonistas del rockumental The Beach Boys and American Band, donde su padre les impuso una rígida disciplina musical-militar, que llevó a Brian a la pérdida de un oído por desacato a la figura paterna. Las diferentes etapas de su exuberancia musical están presentes con Wilson, Mike Love, Al Jardine, Bruce Johnston y David Marks (donde sólo se extrañan los desaparecidos, Carl y Dennis Wilson) más los jovencitos nuevos.
Este regreso trae un álbum nuevo (el 29 en su carrera): That’s why God made the radio, trae a unos señores mayores subiéndose a una ola musical, que pondría muy nerviosos a muchos chavos nuevos del indie o el alternativo, que sudan y se acongojan a la tercera canción, mientras que estos “abuelos”, hasta podrían subirse a una patineta pero sin hacer piruetas, porque una cosa es ser viejos (que no vejestorios) y otra ser idiotas a los setenta y pico.

José Xavier Návar | El Universal

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx

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