viernes, 4 de enero de 2013

El John Lennon que algunos creyeron que era escritor

 
 
A fines de 1963, los Beatles vivían la locura de la beatlemanía. En febrero del año siguiente, con la primera visita a Estados Unidos, el suceso se consolidaría a nivel mundial.
En medio de esa vorágine los cuatro jóvenes eran buscados para nuevos y redituables proyectos. Todo lo que tocaban parecía convertirse en oro. El escritor norteamericano Michael Braun, autor años después de ‘Love Me Do’, uno de los primeros libros que intentó recoger la historia de los fab four, le realizó una entrevista a John Lennon. Y mientras dicho reportaje se llevaba a cabo, Braun se interesó en algunos dibujos y textos del guitarrista. Lennon los hacía en forma compulsiva, en cualquier minuto que tuviera libre entre actuaciones, grabaciones y otros de sus múltiples compromisos artísticos.
Viñetas, poemas, diálogos y observaciones junto a varias caricaturas se encontraban en un cuaderno que en su momento había sido una especie de diario liceal llamado Daily Howl (Aullido diario). Entusiasmado, Braun llevó algunos de los textos al director de la editorial donde publicaba, quien enseguida vio su veta comercial. El editor, de apellido Maschler, se reunió con Braun y Lennon para hacerle una propuesta. El primer sorprendido fue el propio músico ante la posibilidad de que alguien tomara en serio sus textos. Siempre pensó que el destino de sus trabajos era permanecer ocultos en su diario de aullidos.
Así nació el primero de los dos libros de John Lennon, ‘In His Own Write’, traducido como ‘En su propio cuento’, aunque más exacto sería En su propia escritura. Lennon agregó nuevos escritos para completar los ya existentes, junto a varios dibujos y caricaturas; fue publicado el 23 de marzo de 1964 con un breve prólogo de Paul McCartney. Las versiones en cuanto a la cantidad que vendió varían pero según los editores la más certera sería 200 000 ejemplares en diez meses. La crítica lo recibió con beneplácito y algunos llegaron a compararlo con Lewis Carroll. El periodista norteamericano Tom Wolfe lo definió como un “genio salvaje” que le recordaba a Mark Twain.
Es evidente que la personalidad de Lennon, su filosa lengua (y escritura), su enfrentamiento a la autoridad y sus juegos de palabras entusiasmaban tanto al público como a los periodistas, algunos de los cuales creyeron encontrar a un nuevo genio de las letras. “Tomaron el libro más seriamente de lo que yo lo hice. Para mí, únicamente comenzó como una broma”, dijo Lennon. Cuatro años después los textos fueron adaptados por Victor Spinetti y Adriene Kennedy transformándolos en una obra de teatro: ‘The John Lennon Play: In His Own Write’.
Cuando las ventas de ese primer libro comenzaron a decaer, Lennon aceptó encarar un nuevo trabajo, que repetía la fórmula. Le llevó varios meses de lectura encontrar ideas e intentar que los textos fueran más trabajados. El 24 de julio de 1965 salió a la venta ‘A Spaniard in the Works’ (que puede traducirse como Un españolito en sus trabajos o Un españolito en obras) que fue bien recibido pero que marcó el final de la carrera de escritor de Lennon. En este segundo libro puede notarse una mayor calidad y bastante más trabajo en la producción. Textos más largos se mezclan con las infaltables caricaturas logrando un resultado con mayor solidez que su antecesor. Algún entusiasta periodista consultó al músico sobre si estaba entre sus proyectos escribir una novela, y Lennon reconoció que lo había intentado pero que se había perdido irremediablemente al llegar a la sexta página.
Incorrección política En la cubierta original del segundo libro, Lennon aparecía vestido como un español con una llave inglesa en su mano. El título juega con las palabras spaniard (españolito) y spannard (llave inglesa) en lo que es una frase común en Reino Unido: “una llave inglesa en su trabajo”. Por eso es necesario realizar una advertencia: para quien no sepa inglés la lectura puede no ser fácil. La edición de Papel de Liar agrega una nota del traductor Andy Ehrenhaus donde reconoce que hizo una “aproximación”, más que una traducción, del trabajo de Lennon.
Un recurso utilizado muchas veces por el autor es cambiar una letra para que una palabra signifique otra cosa: “erecciones generales” por “elecciones generales”, o “Treasure Ivan” por “Treasure Island”. En este segundo caso el traductor opta por “La Elsa del Tesoro”, lo que prueba el espíritu con que quiso pasar al español los juegos de palabras del músico. En muchos casos, por mayor esfuerzo que realice Ehrenhaus, la broma se pierde transformándose en frases sin sentido. Quizás eso no molestaría a Lennon dado que la falta de sentido o el ridículo siempre fue algo que buscaba.
En ambos libros aparecen sus obsesiones y fobias. Le impresionaban las personas lisiadas y se reía de ellas como defensa. También era homofóbico y un poco racista. Un día Brian Epstein le pidió que le diera un título para su biografía. La respuesta de Lennon fue “Judío Marica”, resumiendo el origen y las preferencias sexuales del manager de Los Beatles. Cuando describe al españolito del título de su segundo libro expresa que es un “grasiento, jediente y bastardo católico españolito comeajos” que extrañaba su tierra y “sus blancas cabañitas de cerdos fascistas”.
Las bromas surrealistas se acumulan con mayor o menor eficacia y es fácil encontrar la conexión con algunas letras de canciones que en el futuro compondría John, como, por ejemplo, ‘I Am the Walrus’, ‘The Continuing Story of Bungalow Bill’, ‘Happiness is a Warm Gun’ o ‘Looking Through a Glass Onion’. En ambos libros se encuentra a ese Lennon joven en estado puro, sin filtros, mofándose de todo y siendo lo más políticamente incorrecto posible; al que le gustaba la frase que recibía al final de la película A Hard Day’s Night: John Lennon, eres un cerdo.
La edición de ambos libros permite conocer más a fondo uno de los artistas más influyentes del siglo pasado. Pero quienes esperen encontrar en estas páginas al continuador de Lewis Caroll o James Joyce, como dijeron aquellos críticos de hace cuarenta y siete años, se verán defraudados. Si estuviera aquí, el primero que se reiría ante tal confusión sería el propio Lennon.
En la cúspide La fiebre por los Bea tles aquejaba a medio planeta. Era la época del éxito de los discos ‘Please, Please Me’ y ‘With the Beatles’; a esto se sumaba la filmación del esperado primer largometraje de la banda, ‘A Hard Day’s Night’, dirigida por Richard Lester, que se estrenó en 1964.
En ese preciso momento, editores muy despiertos decidieron convertir los cuadernos de apuntes y desahogo de Lennon en ‘best-sellers’.

Luis Fernando Iglesias   El País, Uruguay, GDA

Fuente: http://www.elcomercio.com


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