domingo, 5 de mayo de 2013

La gran fiesta de reapertura del Hard Rock Café Barcelona


 
20.00 pm. Los proyectores blancos zizdaguean en la entrada al estilo del antiguo Kodak Theatre, pero no estamos en Los Angeles, sino en Barcelona, en Plaça Catalunya para más señas. Una alfombra roja tapiza la entrada, resguardada con barreras de cordones no vaya a ser que algún curioso o turista despistado se cuele en un photocall, iluminado y dispuesto. En la mano la lista VIP, que esa noche era larga. Sonrisas rojas y aplicaciones de strass sobre las cejas. Todo a punto. Así recibía este pasado jueves el Hard Rock Café de Barcelona, en su puesta de largo por su reapertura que coincide con los 15 años de vida del local, a amigos, famosos y jefazos venidos de todo el mundo. Un momentum Rock en el centro de Barcelona.
 
Y la obligada pregunta era, ah! ¿es que han hecho reformas? Pues efectivamente, pero han sido tan rápidos y discretos que algunos nos hemos enterado cuando vimos la invitación de reapertura sobre la mesa. Media hora antes del mareo de flashes y caras conocidas, muchos transeúntes se percataron de que algo presuntamente importante estaba a punto de celebrarse al ver a los Castellers de Sants montar su tres de nou para placer visual de turistas y casuales.

21.00 pm Antes de lo esperado llegaron las celebrities, como el modelo internacional Oriol Elcacho -una cara difícil de ignorar- y personalidades políticas obligadas, en este caso, la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega –que hizo una visita bosón de Higgs- y el conceller d’ Empresa i Ocupació, Felip Puig. El empresario catalán Xavier Bordas, muy bien acompañado de su espectacular, rubísima y altísima novia, y el CEO de Hard Rock Cafe Internacional, Hamish Dodds, tampoco se perdieron la fiesta. ¿Pero quien cortó la cinta de honor guitarra-sierra en mano? Pues fue la primera camarera de iniciático Hard Rock Cafe Londres, Rita Gilligan, que seguro que en sus tiempos mozos era una guapa rubia de aúpa.

Decíamos que la reforma ha sido rápida, sin embargo el resultado es impactante e integral y supera a sus homólogos en Medillin, Berlín y Nueva York. Nada queda de aquel oscuro y lúgubre dinner años 50 que recordarais. Nada. Luz, metraquilato, acero, vidrio y más luz han lavado la estancia, como en el hall de cualquier buen hotel de diseño. Todo muy actual. Solo la obligada memorabilia para mitómanos musicales –me incluyo- recuerda en cada rincón y esquina que estamos en el templo de las hamburguesas y el Rock&Roll.

En el recorrido, de dos plantas, con una tienda y un loungue encontraréis una guitarra firmada por todos los  Red Hot Chilli Peppers, otra de Joe Perry, de Aerosmith, una chaqueta de piel de serpiente de Keith Richards, un bajo de Twiggy Ramirez, de Marilyn Manson, uno de los trajes de cuero fetiche que Madonna llevó para su libro Sex, un dos piezas de la colombiana más famosa del globo, Shakira, un chaleco de Prince, zapatos de Elton John e incluso una insuperable chupa de cuero customizada que lució Michael Jackson en su tour Triumph con el resto de sus hermanos. Memorabilia obligada y necesaria para groupies y nostálgicos. Por cierto, del Cadillac rosa que colgaba encima de su barra ni rastro y gracias. Lo han subastado –prometiendo que funcionaba- y, en su lugar, han colgado una espectacular lámpara esferoide digna de El quinto elemento. Grease ha dejado paso al futuro y es de agradecer.

El diseño está dispuesto, además, para facilitar las actuaciones en directo en un escenario al fondo, lo cual es también muy buena noticia para una ciudad que se está quedando sin locales en los que ver actuar en vivo. El día del estreno fue una actuación empática de Macaco, en la que dosifico sus hits que todo el público conoce, la que estrenó el tablado. Fuera los transeúntes también seguían el compás reggae de la banda catalana a través de la puerta de entrada.

Dentro, entre estribillo y estribillo, bandejas de mini-hamburguesas, canapés de verduritas braseadas, nuggets y platillos de jamón con pan con tomate sobrevolaban las cabezas en un mix efectivo de producto mediterráneo y NY Style. Y en la sala baja, acondicionada para que un DJ pinche en directo sin interferencias de sonido con el piso superior, también corrían las tapas. Mientras, en una esquina, las maquilladoras de Sephora peleaban por convencer a las asistentes con un rouge à levres de urgencia, a conveniencia. Muy resueltas ellas. Una noche Rock and Rouge para recordar.

Lourdes López

Fuente: http://blogs.lavanguardia.com


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