viernes, 7 de junio de 2013

Escrito de una persona enferma

Da mucha pena ver cómo se le escapa a uno la vida y saber que le quedan un par de cosas por hacer todavía. Es una impotencia terrible querer y no poder, flaqueando las fuerzas físicas, notando el deterioro, y a su vez cómo va minando la mente. Toda una vida siendo hiperactivo y ahora postrado prácticamente en una silla y en una cama. A uno le cuesta, la verdad, porque no se reconoce. No soy de los que se pregunta ¿por qué a mí, por qué yo? Tengo muy asumido que soy el único culpable por haber gastado más de lo que debía. Cuando uno es joven y fuerte no se para a pensar, actúa porque cree que todo es infinito pero es como una tarjeta de crédito, ahora hay que pagar los intereses y estoy sin saldo físico ni anímico. No me quejo de lo que tengo, en todo caso me podría quejar de cómo lo he hecho no de lo que he hecho. Sueños y proyectos posiblemente acaben en la basura.
Como decía una canción de Los Módulos "Todo llega a su fin" y aunque lo sepamos no deja de dar pena. Todos tenemos fecha de caducidad pero no viene impresa en una etiqueta. Menos mal que todavía queda algún amigo que otro para dar ánimos que sinceramente no sirven de mucho pero reconforta que se acuerden de uno  intenten sacarte un poco del vacío. Ayer se lo decía a uno de ellos, que la teoría me la sé pero ponerlo en práctica es más difícil y a veces imposible. También es triste oír cómo otros se denominan amigos, tienen millones de amigos y no sé cómo lo hacen, y no hay una triste llamada, bueno sí para pedir algo.
Bueno, menos mal que los recuerdos de las vivencias están ahí aunque algunos vayan desapareciendo también. Cuando el interior ataca, ataca de verdad, no se anda con bromas. Se escapan las fuerzas, se escapa el ánimo, se escapa la memoria... sin remedio. Uno viene a este mundo desnudo y se va tal cual pero qué bonito sería dejar un legado, algo para los que se quedan y que con ello puedan disfrutar.
Esto no intento que sea un mensaje triste pero sí de aviso. Disfruta de todo, trabaja, pero con medida. Alguien que no se mueve es un armario, pero si abres y cierras mucho el armario, las bisagras se acaban desgastando. Si quieres llegar a la cima como un joven, aprende a andar como un viejo.

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