viernes, 7 de junio de 2013

Lingotes eléctricos

Guitarras: adoración, deseo y, también, inversión. / Foto: Rafa Gutiérrez
 
Hay que ver la que lió Eric Clapton. A mediados de los años sesenta, su aportación al álbum de John Mayall & The Bluesbreakers cambió muchas cosas. Para empezar, el tono de su guitarra se convirtió en una referencia ineludible. Incluso hoy hay quienes lo califican de Santo Grial sonoro, lo que no es de extrañar si en el Swingin’ London sesentero a Clapton se le tachaba directamente de ‘Dios’.
Pero también provocó que la Gibson Les Paul Standard fabricada entre los años 57 y 60 se convirtiera en objeto de culto, adoración, deseo e inversión. Hasta el punto de que buena parte de esos instrumentos están en manos de bancos japoneses o estadounidenses, guardaditos a buen recaudo. Como lingotes de oro.
Y no es de extrañar, porque ahora mismo una de esas guitarras, fabricada en 1960, con una pequeña fractura tras el clavijero, clavijas de afinación cambiadas y el clásico acabado en cereza degradado, se puede adquirir por el módico precio de 135.000 dólares (sí, los ceros están bien) en la exquisita tienda Gruhn Guitars de Nashville. En este céntrico establecimiento se pueden comprar auténticas maravillas ‘vintage’ –ya lo ha hecho gente como Paul McCartney o Neil Young– como una Gretsch White Penguin de 1957, una preciosidad de color blanco (virado al crema por el paso de los años) que perteneció al fallecido Dan Fogelberg, que la utilizó bastante. Por tan solo 80.000 dólares.
O una Fender Telecaster de 1955, por 25.000 euros. Y es que solo algunos instrumentos clásicos, con valor de colección y con un sonido que –dicen los más puristas– no tiene parangón, sobreviven con creces a la devaluación de otras guitarras: hoy en día una fabricada sin defectos y con un sonido más que decente es algo relativamente común y barato. Las casas ajustan precios a través de la deslocalización, mucha gente no aprecia la excelencia de lo auténtico y cada vez es más difícil para los músicos en crisis rentabilizar joyas que años atrás se podrían haber salvado de la etiqueta de ‘malvendida’.
Claro que todo lo anterior es una ganga si se compara con lo que ha alcanzado recientemente otra guitarra eléctrica, una rara Vox que imitaba al estilo de las antiguas Bigsby Merle Travis. Subastado en Nueva York, el instrumento contaba con el pedigrí de haber participado en la grabación del ‘Magical Mystery Tour’ (1967) de los Beatles. Mientras George Harrison la utilizó en ‘I am the Walrus’, se pudo ver a John Lennon con ella en la película promocional de ‘Hello, Goodbye’.
Alguien ha dicho ‘hello’ a la extraña guitarra británica. Y ‘goodbye’ a 408.000 dólares. Pero, si se tiene en cuenta que hace unos años fue subastada por algo más de 100.000 dólares en Christie’s, es muy posible que en un futuro vuelva a sonar. A muchos más dólares.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario