martes, 16 de julio de 2013

“Jobs no tenía paciencia con los ignorantes o con los que no se esforzaban”

 
Douglas Solomon acaba de cumplir treinta años de trabajo en Silicon Valley. En su extenso curriculum se encuentra, entre otras muchas cosas, haber ocupado cargos en Apple entre 1989 y 1998 -entre otros, el de director de Estrategia-. Allí coincidió en algún periodo con Steve Jobs. En la actualidad se desenvuelve como consultor de innovación.
P.- ¿Qué anécdotas recuerda de su trabajo con Steve Jobs?
R.- Una de las que más me impactó emocionalmente ocurrió cuando volvió a Apple. Puso en marcha la campaña Think Different. Era muy políticamente incorrecta, pero así lo decidió él. Creó algunos anuncios maravillosos: contaban cómo cambiaron el mundo diversos personajes, como Pablo Picasso, Einstein o John Lennon, y cómo fueron capaces de crear el futuro. Antes de que se emitieran, me llamó a su despacho: puso los anuncios y empezó a llorar. No le había visto llorar antes, y tampoco le vi llorar después. Se le veía afectado por la genialidad del mensaje, y por cómo su vida tenía un parecido con la de los personajes que hablaban.
P.- La anécdota choca un poco con el carácter arisco que se atribuye a Jobs. ¿Era tan duro tratando a sus empleados?
R.- Sí. Lo que se dice en los libros es verdad. Esperaba mucho de la gente y de sí mismo. Podía ser encantador cuando quería, e insoportable cuando lo deseaba. No tenía paciencia con los ignorantes o los que no se esforzaban.
P.- ¿Qué futuro le espera a Apple sin Steve Jobs?
R.- Me preocupa. En Apple hay miles de empleados brillantes, pero Steve fue el último líder de la empresa, y es insustituible. Estaba muy implicado en muchas decisiones. ¿Fue un error de Apple permitirlo tantos años? Probablemente no, porque él era muy bueno en todo lo que hacía. ¿Deberían otras compañías hacer lo mismo? No creo. Sería muy peligroso para ellas.
P.- ¿Cómo ve Silicon Valley? ¿Sigue siendo tan innovador?
R.- Silicon Valley cambia mucho. Tiene picos y valles. Los temas de investigación varían. Al principio eran los semiconductores; luego, se puso foco alrededor de los productos; ahora, todo tiene que ver con la web, los servicios, las aplicaciones para móviles… También con la salud, el sector farmacéutico, la biofarmacia… Los emprendedores trabajan en áreas más diversas, y esto es bueno para rebajar el riesgo. Espero que Silicon Valley siga cambiando. Soy optimista. Creo que la innovación está al nivel más alto que he visto en mi vida.
P.- ¿Seguirá siendo el referente de la innovación?
R.- No creo que pueda mantener su posición como único lugar innovador en el mundo, porque no lo es. Nunca lo ha sido. China, India, partes de África, las antiguas repúblicas soviéticas… Todas están innovando. Pero, aunque otros lugares innoven, confío en que Silicon Valley siga siendo relevante. Es muy difícil parecerse a esta zona. El ecosistema que ha conseguido es realmente rico: gente inteligente, universidades que forman personas bien preparadas, antiguos emprendedores que ayudan a los nuevos, bancos de inversión, capital riesgo, business angels… Hay un espíritu de personas que se ayudan, de generosidad. Y, lo más importante, es que hay un fuerte espíritu de optimismo. Le diferencia de otros sitios, incluida la costa este de EEUU: Nueva York, Boston… Allí la gente no es tan optimista. Se dedican más bien a ejecutar sus decisiones de inversión. Silicon Valley es un lugar para probar suerte. Eso permite que niños como el fundador de Facebook hayan podido convertir su empresa en algo realmente grande.
 


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