Casualidades de la historia del rock and roll. Roy Orbison tuvo la fortuna de perder sus gafas mientras iniciaba una gira por Inglaterra con unos novatos que le esperaban detrás del escenario temblando tras escucharle encandilar al público con su «Oh, Pretty Woman». Tuvo suerte, porque éstos le animaron a usar las gafas de sol, que también estaban graduadas, y que se convirtieron en su seña de identidad. Ya no era un calco del malogrado Buddy Holly, sino el tío de «Pretty Woman».
En esa gira, mientras recorrían el país, ateridos de frío en una vieja furgoneta verde, The Beatles, que eran los pardillos, compusieron los primeros números uno de su carrera musical. Meses después, gracias al descomunal éxito de aquellos temas, dormían en las fastuosas habitaciones del George V con vistas a los Campos Elíseos. De la clave de todo aquello trata un curso organizado por la Fundación Estudios de la Comunicación bajo el título «El universo creativo de los Beatles».
Se trata de una aproximación más a la carrera del grupo, que ya es asignatura en las universidades de varios países. Repartido en tres sesiones, la intención es comprender dónde reside el éxito de The Beatles. Sin duda, se trata de una de las grandes interrogantes de la historia del siglo XX, puesto que no es una tarea fácil abarcar el ámbito de influencia y creación de los cuatro músicos. El «universo beatle» parte de las raíces del rock and roll de los años cincuenta, mezclado con la música negra del sello Tamla-Motown y completado con el folk de Dylan. Un cóctel inicial explosivo que se expandió a la velocidad del sonido, nunca mejor dicho, en cuanto que Lennon, McCartney y Harrison comenzaron a entrar en contacto con los estímulos culturales que se iban encontrando durante los años que coparon las listas de éxitos. De escribir «She loves you» con prisas en dos camas de hotel al ejercicio narrativo de «Hey Jude» de un McCartney al volante o su paso por el cine, donde en sólo dos películas pasaron de ser herederos de los Hermanos Marx en «A hard day's night» a mostrar la explosión del Swinging London con «Help!». Aunque a ninguno de ellos les gustaron las aulas, ahora vuelven como objeto de estudio.
Fuente: http://www.larazon.es
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